Nico, era un chaval de poco más de siete años, con algún kilo de más.
Y, la verdad, salvo en eso; la naturaleza no había sido generosa con él en nada más. Por ello, no era el chico más popular; ni de la escuela, ni del barrio, ni de la familia. Sólo el amor que le demostraban sus padres era igual al de los otros.
Nico, tenía prisa por crecer. Quería saber si con el paso del tiempo, a él también le ocurriría como al patito del cuento que tanto le gustaba.
Otras veces; la madre lo descubría observándose detenidamente buscando, escudriñando en su ser,alguna peculiaridad innata en la que no hubiera reparado o algo especial en él que le hiciera volar como a Dumbo.
Pero nada, solo era un chico corriente. Menos agraciado que otros, sí, pero igual que todos, necesitado de afecto. Con interminables ganas de jugar y tener amigos.
-Mamá ¿Tú crees que cuando crezca cambiaré y me aceptarán, como al patito?
-No lo sé cariño, seguramente que si.- Apartaba el flequillo de su hijo para besarle mientras continuaba- En todo caso, no eres tú el que debe crecer y cambiar; si no que son los demás los que han de cambiar y crecer, para aceptarte a ti y a todo el mundo como es, aquí y ahora... Sin esperar transformación alguna para darte su amistad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario